Finaliza exitoso primer curso de Trigo Mundoagro Capacita
El curso tuvo récord de audiencia con un promedio de 300 asistentes por clase en vivo y más de 1.000 registrados y contó con las presentaciones de los expertos Hugo Faiguenbaum e Iván Matus.
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El recurso hídrico es uno de los factores más importantes para el crecimiento económico y desarrollo de un país, generando pobreza o riqueza en función de su disponibilidad. En la actualidad, el cambio climático deja en evidencia las debilidades de muchas economías mundiales que nunca pensaron que el recurso hídrico sería el punto crítico para seguir su desarrollo, situación que se agrava aceleradamente en aquellos […]
El recurso hídrico es uno de los factores más importantes para el crecimiento económico y desarrollo de un país, generando pobreza o riqueza en función de su disponibilidad. En la actualidad, el cambio climático deja en evidencia las debilidades de muchas economías mundiales que nunca pensaron que el recurso hídrico sería el punto crítico para seguir su desarrollo, situación que se agrava aceleradamente en aquellos países que no están creando políticas públicas adecuadas a esta nueva realidad y ralentizan la toma decisiones innovadoras destinadas a optimizar la gestión del agua de riego.
En esta línea, hacer más de lo mismo no solucionará el problema y se hipotecará el futuro de la agricultura nacional, provocando importantes pérdidas económicas. Al respecto y para aquellos aún incrédulos, es importante recordar lo sucedido con la sequía de la Región de Coquimbo. A pesar de poseer el mayor número de embalses en Chile, las pérdidas por la falta de agua de riego alcanzaron los 1.000 millones de dólares y 40.000 puestos de trabajo, de acuerdo a lo informado en el año 2015 por la SAN y FEDEFRUTA.
DESAFÍOS ANTE LA COP25
Algunos especialistas han señalado que el gran desafío que tiene Chile frente a la reunión de la Conferencia de las Partes (COP) de Naciones Unidas, COP25, es no ser recordada en el futuro solo como una sede más de estas conferencias, sino por el contrario y tal como lo señaló el consejo presidencial, que sus conclusiones sean un aporte para que la humanidad entera enmiende el rumbo y corrija los errores.
Los objetivos propuestos para esta Conferencia han sido dos: fijar criterios para el cumplimiento del acuerdo de París y mejorar las metas de reducción de CO2 de los países. Es importante recordar que lo propuesto en la COP21, París, fue limitar el aumento de la temperatura mundial a 2ºC, producto del incremento de las emisiones de CO2 y el cambio climático. Para lograrlo y alcanzar un impacto contundente es necesario convencer a las grandes potencias industrializadas, como China y EE.UU., pero la realidad nos plantea que, sin haber comenzado la conferencia, se respiran aires de frustración y dilatación de los esfuerzos para proteger nuestro planeta tierra.
A pesar de lo anterior, igual será una gran oportunidad para pensar en Chile y hacer todos los esfuerzos para que, independientemente de los logros o frustraciones que se generen en torno a un acuerdo mundial, el Estado logre motivar a los chilenos a cambiar la forma de cómo estamos cuidando nuestro maravilloso territorio y/o implementemos acciones que permitan mitigar los efectos del cambio climático.
Chile ha demostrado tener conciencia de aquellas cosas que pueden ser nocivas para el medio ambiente y ha sabido reaccionar para corregir los errores, situación que puede ser demostrable a través de la rápida eliminación del uso de las bolsas plásticas o la formación de un sinnúmero de grupos de jóvenes voluntarios a través de Chile, que se han unidos para levantar la gran cantidad de basura de las costas del país. Por lo tanto, el Estado no sólo debe preocuparse de las reuniones de los grandes científicos, mesas redondas de los pocos que pueden participar y de las conclusiones de la Conferencia, sino de las estrategias y actividades que permitan permear, hasta el lugar más recóndito de Chile y sus habitantes, la importancia del cuidado del medio ambiente y de este hermoso territorio que nos cobija, de manera que las ideas centrales que mueven a los países miembros de la COP25, se internalicen en cada uno de los chilenos.
Si miramos la fruticultura nacional, enmarcada en el cambio climático y el incremento de la temperatura a nivel mundial, hay que valorar a un gran número de productores y cooperativas (Capel, Coopeumo, Mi Fruta) que ya han empezado a trabajar por el cuidado del agua de riego utilizada en el proceso productivo de la fruta. Si bien las motivaciones pueden ser variadas, tales como, enfrentar la megasequía y cambio climático, prepararse para las nuevas certificaciones para exportar, bajar los costos, mejorar la competitividad, etc., las experiencias de estos último quince años muestran claramente que estamos utilizando más agua de lo requerido, lo que debemos transformar en una gran oportunidad a nuestro favor y del cuidado del medio ambiente.
El desarrollo del riego en la fruticultura chilena presenta varias etapas:
Etapa 1, antes de los años 80, donde se utilizaba el riego tradicional (no tecnificado) por tendido, surco y/o taza, con sus diferentes variantes, ocupando volúmenes entre 25.000 a 30.000 m3 ha-1 al año y una eficiencia entre el 30 al 50%. En general no existía un sistema de control del riego y prevalecía la tradición o lo que “siempre se realizaba”. En muchos casos se respondía a los turnos que tenían los canales.
Etapa 2, entre los años 80 y el año 2010, donde comienza a ingresar fuertemente el riego tecnificado, sobre todo por goteo (una línea con goteros de 4 L h-1, a 1 m de distancia entre ellos), con apoyo del Estado a través de la Comisión Nacional de Riego (CNR) en mucho de los casos. En las Figuras 1 y 2, se presenta la información actualizada de los sistemas de riego utilizados en las regiones frutícolas más importantes del país, de acuerdo al catastro frutícola 2016, 2017 y 2018; CIREN-ODEPA.
Los volúmenes de agua utilizados se rebajaron a valores anuales de entre 12.000 y 15.000 m3 ha-1, lográndose una eficiencia de entre el 60 al 75%. Al respecto, estudios publicados en España por Jesús. A. Moya (2009) permiten comparar las ineficiencias presentadas por los sistemas de riego no tecnificado y tecnificado (Cuadro 1), dejando de manifiesto el gran impacto sobre la reducción de la evaporación y el incremento del agua útil usada por la planta en la transpiración. Si bien para el riego por goteo se plantean pérdidas por percolación profunda de hasta un 2% en el balance final, para el caso de Chile se han determinado hasta un 40% de pérdidas por este concepto, claramente muy superior a lo señalado para España.
En esta segunda etapa, los sistemas de control del riego evolucionaron al uso de la metodología Kc-ETo, tensiómetros y la observación manual y subjetiva de calicatas; sin embargo, una gran superficie siguió siendo regada utilizando la tradición o “receta”.
Una de las principales desventajas de la observación manual en calicata, es que se subvalora el real contenido de agua del suelo y, en mucho de los casos, las plantas permanecen largos períodos con falta de oxígeno afectándose en forma importante, y con graves consecuencias, el adecuado desarrollo y sanidad de las raíces. Adicionalmente, hay variados estudios en la actualidad que dejan de manifiesto la ineficiencia del empleo de la metodología Kc-ETo para determinar el tiempo y la frecuencia de riego, ocupando volúmenes de agua de riego mayores a las reales necesidades del huerto frutal.
– Etapa 3, 2010 en adelante; la tecnología y la internet de las cosas (IoT) al servicio de la fruticultura. Es el paso a la evaluación objetiva, en tiempo real y continua basada principalmente, para el caso de nuestro paquete tecnológico (uchilecrea) o riego inteligente, en el uso de Sondas de Capacitancia (Sentek) y plataforma Dropcontrol (Wiseconn), apoyado por sonda TDR para calicatas (TDR150, Fieldscout; Spectrum), Bomba de Scholander, modelo Pump-up (PMS) e interpretación de imágenes satelitales. Este paquete tecnológico, o sistema de riego inteligente, ha permitido usar menos agua de riego con una reducción de hasta un 40% e incrementando el uso eficiente del agua de riego (EUA, kg materia seca por m3 agua utilizada). Adicionalmente, ha permitido un ahorro proporcional de energía eléctrica en riegos tecnificados, mano de obra en riegos tradicionales y, lo más interesante, mejoras paulatinas de los sistemas radicales y, por consecuencia, de los rendimientos.
EL AHORRO DE AGUA CUANTIFICADO
Para que la fruticultura chilena siga siendo competitiva e importante a nivel internacional y un pilar del desarrollo del país, requiere de una adecuada disponibilidad de agua de riego. Los requerimientos regionales están directamente relacionados con la superficie de frutales que ella posee (Figura 3), siendo el riego tecnificado claramente más eficiente que el tradicional. Si proyectáramos en el corto plazo toda la superficie frutícola manejada en forma tecnificada (Figura 4), claramente la implementación del riego inteligente, gracias a la inversión público-privado y el apoyo a los agricultores a través de la capacitación, permitiría rebajar aún más los volúmenes de agua, estimándose un promedio de 8.400 m3/ha.
Los ahorros futuros generados por la implementación del control inteligente se proyectan en la Figura 5, incrementándose notoriamente del norte hacia la zona central de Chile por la mayor superficie plantada con frutales, pero afectada de igual forma por la megasequía.
Quizás es lógico, para muchos productores y técnicos, pensar que es imposible producir fruta en Chile con menores volúmenes de agua respecto a los utilizados en la actualidad con el riego por goteo y que, además, no se pueden generar los ahorros expuestos en este documento, sin embargo, hay países que ya han avanzado aún más allá entorno a la gestión del recurso hídrico. En el año 1995, P. Segura publicó para España, basado en el plan Hidrológico Nacional, que el volumen promedio de agua de riego disponible para la agricultura era equivalente a 7.337 m3/ha/año y para el caso específico de la Región de Murcia, zona muy importante en la producción actual de fruta, un máximo de 5.800 m3/ha/año. Este volumen equivaldría aproximadamente a un 50% de lo utilizado en el riego tecnificado en la producción de fruta en Chile.
VALORIZACIÓN DEL AGUA DE RIEGO
Normalmente hablamos de los volúmenes de agua de riego ocupados en frutales o de los posibles ahorros que se podrían generar utilizando las sondas de capacitancia y tecnologías complementarias, pero está claro que no se tiene verdadera conciencia de lo que se discute o de la magnitud de los cambios que podemos generar.
Para valorizar el efecto de lo que se está planteando, se comparan los ahorros anuales proyectados (Figura 5), con la capacidad de los principales embalses de Chile (Figura 6), observándose que en muchos de los casos estos ahorros son mayores a la capacidad máxima acumulada de varios de ellos. Adicionalmente y no menos importante, es tener en cuenta el costo que significa este tipo de construcción. Al respecto y como referencia, podemos señalar que la construcción del Embalse Valle Hermoso, de solo 20 millones de m3, tendrá un costo de 50 mil millones de pesos.
Otra forma de tomar conciencia respecto del agua que se podría ahorrar, sobre todo considerando la megasequía que nos afecta, es comparándolo con el consumo anual de agua dulce requerida por la población de las diferentes regiones, considerando 43 m3 por persona al año (Figura 7). Claramente el riego inteligente puede ser una gran solución a la falta de agua en casos extremos, permitiendo en paralelo mantener en producción la actual superficie frutícola, manejada con riego tecnificado.
Adicionalmente, pero no menos relevante para los productores, el ahorro de solo un 20% agua de riego en superficies tecnificadas permitiría importantes rebajas en los costos de energía eléctrica de cada región (Figura 8), pudiendo los fruticultores invertir este dinero en otras labores fundamentales que se complementan con un riego eficiente, como por ejemplo incrementar la densidad de raíces en los bulbos de mojamiento gracias a la utilización de sustancias orgánicas líquidas.
Finalmente, la información de las Figuras 1 y 2 debiera ser considerada en el desarrollo de las políticas públicas regionales particulares para dirigir las ayudas a los agricultores. Claramente, se deben seguir haciendo los esfuerzos a nivel nacional para aumentar la eficiencia de conducción y distribución del agua de riego hasta que llegue al predio. Para el caso del norte de Chile, este apoyo debiera complementarse en forma importante con la incorporación de infraestructura para el control inteligente del riego y la capacitación, de manera de incrementar la eficiencia de aplicación. Hacia el centro del país, la combinación de las estrategias, sobre todo en la V Región, dada la falta de embalses y hacia el centro sur, apurar la introducción de sistemas tecnificados de manera de maximizar ese esfuerzo con los modernos sistemas del control inteligente del riego.
EL APORTE DE LA FRUTICULTURA ANTE EL CC
El sector privado, y quienes administran el agua de riego, tienen la capacidad de organizarse frente a la megasequía con la ayuda de especialistas calificados, avanzando más rápido y eficientemente en la generación de las mejores soluciones frente a este desafío, todo esto avalado por el gran conocimiento que han acumulado con el manejo del recurso hídrico en la tarea de alimentar a la población y aportar al desarrollo del país.
Pero también es cierto que no es aconsejable parapetarse frente a las críticas, culpando por todo al cambio climático, sino por el contrario e independientemente de las soluciones que le atañen al Estado, como la construcción de embalses, los productores deben empoderarse para tener mejores administraciones locales, personal calificado, éticamente intachables, aminorar las pérdidas por ineficiencias y aportar a la sustentabilidad social del entorno donde se ubican sus huertos.
Lo importante es tener conciencia que la tarea no será fácil. El Dr. Fernando Santibáñez, profesor de la Universidad de Chile, señaló el año 2016 (ODEPA) que en especies plurianuales se espera que la demanda de agua dulce se incremente entre un 5 a 8% por cada grado de aumento en la temperatura, lo que en una temporada podría significar una demanda adicional de hasta 800 m3/ha. Considerando estos antecedentes y si se logra en un futuro próximo detener el incremento de la temperatura en solo 2ºC, gracias al cumplimiento de los objetivos del acuerdo de París (COP21), se requerirían adicionalmente 1.600 m3/ha al año para mantener lo que ya está en producción. Al respecto, nuestra experiencia en frutales nos muestra que es factible ahorrar en promedio 2.100 m3/ha al año en riego tecnificado, gracias a la utilización del control inteligente de la labor, revelando que existen los medios para mitigar en parte los efectos negativos que se plantean debido al cambio climático.
Finalmente, está comprobado que la presencia de embalses en Chile y su correcta administración, bajo los actuales manejos del riego, han permitido reducir los daños debido a la megasequía, pero también hay que tener en cuenta que la construcción de nuevas megaestructuras, como los embalses o las carreteras hídricas en estudio, ciertamente requerirán de muchos años, dinero y dificultades fuera de los aspectos técnicos, como el rechazo a sus construcciones por grupos minoritarios que ralentizarán sus construcciones. Es por eso que, considerando la urgencia del problema, se deben acelerar las políticas públicas dirigidas a apresurar el cambio del manejo del riego tradicional al tecnificado, pero en paralelo ir incorporando el control inteligente del riego y el fortalecimiento de la transferencia tecnológica.
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Robert Edition
6 minutes ago