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Julio Rodiño Durán

Director Editorial

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El sentido común

Antiguamente se decía que quien ostentaba la propiedad de la tierra ostentaba también el poder político y económico. Eran tiempos en que la alta concentración de la propiedad rural estaba en manos de un puñado de personas, que sin duda ejercieron el poder de una cierta forma, ya sea buena o mala, pero moldeada por acontecimientos históricos, circunstancias políticas y económicas de esos tiempos que se los permitió. La reforma agraria no fue más que un intento forzado por repartir y atomizar esa propiedad de la tierra para diluir este poder. Luego, el devenir de los tiempos, ha generado que se desarrolle naturalmente una reforma estructural.

Por diferentes circunstancias, más bien atribuibles a aspectos económico financieros y políticos, esta evolución natural de la tenencia de la propiedad agrícola finalmente ha llevado a que la propiedad hoy esté en manos de gente que la trabaja de manera intensiva y que desea hacer de esta actividad un negocio legítimo, sustentable y sostenible para ellos y sus familias, una forma de vida, aparte de contribuir al desarrollo económico y social del país y su gente. Lo que no ha cambiado y nunca lo hará, son las dos características o propiedades especiales que tiene la tierra en sí como recurso. La primera, como bien inmueble (inamovible) y “factor de producción provisto únicamente por la naturaleza” y, por lo tanto, eventualmente disponible para su aprovechamiento y explotación comercial, con independencia de quien sea su dueño.

Y la segunda característica, también ligada a su condición de ser parte de la corteza terrestre y por lo tanto ser parte de la geografía y del paisaje rural. Estas dos características le entregan la condición de ser “soporte social” y así tener la capacidad para transformar la vida rural y promover el desarrollo sustentable y sostenible de sus comunidades; todo esto en armonía con la actividad comercial y social que se realice en conjunto con los demás factores de producción.

Es fundamental entender este contexto y origen geopolítico de los recursos naturales para explicar que el verdadero poder del recurso es en sí; es decir, su mayor poder no es el político o económico sino como fuente de la vida misma, tal como el agua, el aire y el sol. A pesar de ser tan extensivo y disponible, el de la tierra es de los recursos más vulnerables a ser contaminado y degradado, y por lo tanto, la conciencia que tengamos sobre esta condición de vulnerabilidad condiciona la forma en que debemos utilizarlo.

¿Qué significa usar nuestros recursos naturales de una forma sustentable y sostenible? Si realmente nos importa la salud y el bienestar humano y el de nuestros hijos no es muy difícil pensar en lo que debemos hacer. La respuesta no está en estudios científicos que nos enseñen que utilizar pesticidas en exceso le hará mal a nuestra salud, o que demuestren que si contaminamos mucho el aire, nuestra salud se deteriorará hasta morir.

¿Necesitamos que nos digan esto o nos lo enrostren en la cara para saber cómo tenemos que hacer las cosas? Pese a que hay cuestiones que sin dudas necesitan de un respaldo científico o incluso de su explicación, hay respuestas que están en nuestra conciencia. Preservar, conservar y proteger el equilibrio natural de las cosas, el equilibrio biológico y químico de los recursos naturales está en nosotros mismos porque simplemente somos parte de este ecosistema. Hoy más que nunca estamos llegando a un acuerdo sobre cómo proteger y preservar estos recursos para futuras generaciones. Hoy más que nunca debemos hacer caso a nuestro sentido común.

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