Valoran aprobación de recursos para el manejo del gusano blanco
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Los frutales caducifolios eliminan sus hojas como estrategia para sobrevivir el invierno. A medida que disminuye la radiación solar y la temperatura ambiental en otoño, el árbol cesa su actividad fotosintética, bota las hojas y sus yemas han acumulado inhibidores de crecimiento, de modo que entran en un estado de dormancia profunda, conocido como receso. […]
Los frutales caducifolios eliminan sus hojas como estrategia para sobrevivir el invierno. A medida que disminuye la radiación solar y la temperatura ambiental en otoño, el árbol cesa su actividad fotosintética, bota las hojas y sus yemas han acumulado inhibidores de crecimiento, de modo que entran en un estado de dormancia profunda, conocido como receso. Al transcurrir el invierno la planta se expone a bajas temperaturas, las yemas degradan los inhibidores y acumulan promotores de crecimiento. Se ha establecido que una vez que el 50% de las yemas son capaces de brotar, el receso ha sido superado. A partir de ese momento, la planta está en una condición denominada ecodormancia, un estado sujeto a las condiciones ambientales; luego comienza a brotar en respuesta al alza de temperatura en primavera.
El cumplimiento del receso es estimado cuantificando el tiempo en que la planta ha estado expuesta a bajas temperaturas. Las más efectivas estarían entre los 3 y 8 °C (Couvillon, 1995; Lakso, 1994). Existen métodos de cálculo basados en la temperatura ambiental, la cual se puede registrar en forma continua por una estación meteorológica automática.
Se ha definido como unidad de frío a la exposición de una hora a cierta temperatura umbral. El método de cuantificación de frío más básico asigna una unidad de frío a cada hora en que la temperatura del aire estuvo entre 0 y 7 °C (suele usarse 7,2 °C obedeciendo a la conversión de 45 grados Fahrenheit). Sin embargo, el más extendido es el método Richardson o Utah (Anderson y Seeley, 1992; Palmer et al., 2003), que entrega un valor diferenciado de unidad frío de acuerdo a la temperatura de exposición, restando unidades con alta temperatura.
Este método se modificó en una curva de respuesta suavizada a la función original, de modo de asignar una cantidad de frío a cada décima de grado y así aumentar su certeza (Richardson modificado). En Sudáfrica se le realizó otro cambio para su mejor desempeño en zonas de inviernos moderados, que consistió en descartar el efecto negativo de alta temperatura en la acumulación de frío (Richardson positivo o sin unidades negativas).
El otro método utilizado en zonas cálidas es el Dinámico (desarrollado en Israel), en el cual la acumulación de frío se realiza en dos etapas, a través de un componente intermedio, que se revierte o fija dependiendo de las temperaturas sucesivas (cuantificado como porción de frío). Es un sistema complejo y de cálculo sofisticado, por lo que es menos extendido que Richardson y sus modificaciones. Pese a ello, el método Dinámico está ganando atención en la zona centro norte del país, en la medida que los valores referenciales de nuevos cultivares de ciertas especies están expresados en porciones de frío.
FACTORES QUE INFLUYEN
Debido a que el receso es un proceso complejo, el cumplimiento de éste variará de acuerdo a otros factores, en interacción con la cantidad de frío, los que pueden ser ambientales o internos de la planta. Entre los más determinantes se encuentran:
Cultivares de manzanos de cosecha temprana, tal como Gala, tienen alto requerimiento de frío. Por el contrario, cultivares muy tardíos, como Cripps Pink, tienen poca necesidad de frío, lo que compensaría el menor tiempo disponible para su receso (Yuri et al., 2011). Contrariamente, en cerezos, los requerimientos de frío del cultivar parecen definir su fenología posterior, hasta la época de cosecha.
La entrada en receso estaría fuertemente vinculada a las condiciones ambientales durante el otoño, puesto que el frío sólo es efectivo sobre la yema, una vez que las hojas dejen de ser funcionales. Por esto, en la práctica, el recuento de frío debe iniciarse en el estado fenológico de 50% de caída de hojas o de hojas amarillas. Un período de días con baja temperatura causaría un descenso de la actividad fotosintética de las hojas y su posterior caída. La acumulación de inhibidores en la hoja aceleraría la tasa de defoliación del árbol.
Está ampliamente documentado que la alta acumulación de frío en invierno reduce las necesidades térmicas post receso para alcanzar brotación y floración (Couvillon, 1995). Es así que se ha propuesto una interacción entre el frío acumulado en invierno y la acumulación térmica post receso para conseguir una floración adecuada. Por ello, existe variabilidad en los requerimientos de frío reportados para los diferentes cultivares, especialmente de cerezos.
FALTA DE FRÍO
Por lo anterior, una alta cantidad de frío acumulado en el receso permitiría sentar sólidas bases para una brotación y floración concentradas y sincronizadas. Con ello se garantizaría un adecuado abastecimiento de carbohidratos al fruto recién cuajado, desde hojas tempranamente funcionales. Por el contrario, un inadecuado receso (o falta de frío), promueve una serie de efectos nocivos en el ciclo de la planta. Los principales son los siguientes:
Para evitar los efectos negativos de zonas (o inviernos) con insuficiente acumulación de frío para una especie o cultivar determinado, se puede suplir dicha falta de frío, o completar su receso, con la aplicación de los llamados agentes rompedores de dormancia. Entre los más utilizados se cuenta la cianamida hidrogenada, considerado el producto más efectivo y práctico para ello. Como estos agentes son un complemento al requerimiento de frío, serán más efectivos una vez que se ha superado la mayor parte de dicho requerimiento (Faust et al., 1997). En la práctica puede considerarse la fecha en que se haya acumulado sobre el 60% del frío. Es así que es posible recurrir a un agente rompedor de dormancia en zonas o estaciones con acumulación de frío en el límite de los requerimientos del frutal, en orden de conseguir una brotación y posterior floración homogénea y concentrada.
FRÍO 2018
La acumulación de frío desde el 1 de mayo, en distintas localidades de interés frutícola. En general, el registro de horas con temperatura bajo 7 °C ha resultado menor al promedio histórico de cada localidad, y a la temporada anterior. Hay que tener presente que se trata de un método que funciona bien en zonas frías, puesto que no valora horas con temperatura sobre 7 °C, que pueden tener efectividad en la superación del receso. Así, los valores son bajos y con poca relación a los requerimientos referenciales.
La acumulación de unidades Richardson no ha mostrado una tendencia general, con valores en torno al promedio de temporadas anteriores en O’Higgins y bajo éste en El Maule norte. Hacia el sur, la acumulación de frío ha sido mayor a la registrada habitualmente. Una acumulación menor según el método bajo 7 °C y alta en Richardson, indicaría la prevalencia de horas con temperatura en torno a los 9 °C. La temporada 2017/18 se puede considerar de referencia de alta acumulación de frío y precipitaciones para un receso adecuado, lo que condujo a una abundante y compacta floración.
En cuanto al cumplimiento de los requerimientos de frío de la planta, al 15 de julio, en las estaciones monitoreadas del Maule al sur han superado el 80% del referencial para Gala (1.150 unidades). Así, considerando la ocurrencia del 50% de caída de hojas a inicios de mayo, se superarían los requerimientos de cultivares exigentes por frío en el transcurso de julio. Si bien la acumulación de frío en El Maule ha sido relativamente inferior al año anterior, se esperaría una uniforme y concentrada brotación y floración. Sin embargo, la evolución de la fenología (avance de la brotación) estará sujeta a la acumulción térmica post receso.
Escrito por: Álvaro Sepulveda y José Antonio Yuri del Centro de Pomáceas – Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Talca
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Durante su desarrollo anual, los frutales caducifolios de climas templados pasan por un periodo de dormancia o receso desde la caída de hojas hasta el final de la estación invernal. Este receso se genera por un proceso evolutivo que les ha permitido tolerar el intenso frío invernal en algunas latitudes. Para reactivar su metabolismo al […]
Durante su desarrollo anual, los frutales caducifolios de climas templados pasan por un periodo de dormancia o receso desde la caída de hojas hasta el final de la estación invernal. Este receso se genera por un proceso evolutivo que les ha permitido tolerar el intenso frío invernal en algunas latitudes. Para reactivar su metabolismo al final del invierno, el frutal requiere de una determinada cantidad de frío invernal, el cual se estima, por lo general, en horas frío (HF) bajo 7,2°C. El requerimiento de frío va a depender de la especie frutal y la variedad en particular. Cuando el requerimiento de frío se cumple, el árbol rompe el letargo y gracias a la incipiente acumulación térmica (incremento de temperatura media), previo al inicio de la primavera, se activa el metabolismo que da lugar a los procesos de brotación y floración.
En la zona central de Chile, el cerezo (500 a 1500 HF), el manzano (500 a 1700 HF) y el ciruelo europeo (700 a 1500 HF) son especies tradicionales que requieren una mayor cantidad de horas frío en comparación a otras como la vid (300 a 1200 HF), el nogal (400 a 1500 HF), el duraznero (250 a 1100 HF) y el almendro (100 a 500 HF). En la VI región de O’Higgins, la acumulación de frío, desde el año 2011 a la fecha, ha oscilado entre las 620 y 1000 HF. Sin embargo, año a año, la variabilidad climática es muy elevada y, en años de una baja acumulación de frío, se altera la dinámica interna del árbol para salir del receso.
Se ha reportado que la acumulación de frío en términos de horas frío no es un buen indicador para determinar el momento en que el árbol satisfizo la cuota de frío. De acuerdo a esto, existe un modelo dinámico que incluye el término de porciones frío.
Estas porciones indican el frío captado de forma irreversible y cuyo valor permite comparar la acumulación de frío en distintas zonas climáticas. Al respecto con información climática de seis años, es posible determinar las porciones frío a través de las HF acumuladas, específicamente en la localidad de Rosario (VI Región).
Porciones frío acumuladas = (0,0689 × HF acumuladas) + 1,6
Dentro de cada especie, existen variedades que requieren más o menos horas de frío y cuando no se cumplen estas exigencias ocurre una brotación desuniforme, atrasada y una floración heterogénea y prolongada. La realidad chilena es que en algunas de las zonas donde se concentra la superficie de especies con mayor requerimiento de frío, como cerezo y manzano, no se alcanza a acumular la cantidad de horas frío que requieren las variedades más exigentes. Lo mismo ocurre con la uva de mesa cultivada en el norte chico de nuestro país.
Aplicación de Cianamida hidrogenada
Por esta razón en las localidades de la zona centro – norte se utiliza un regulador del crecimiento llamado cianamida hidrogenada, que se usa para romper el letargo, compensando la falta de horas frío, y conseguir otras ventajas productivas como uniformar la floración y adelantar la cosecha en variedades tempranas, sincronizar la floración entre el polinizante y la variedad comercial, etc.
Es importante definir la fecha de aplicación, así como también la concentración que se aplique, puesto que son dos factores esenciales para obtener resultados satisfactorios. En cerezo, por ejemplo, se recomienda aplicar cianamida a partir de las 40 a 45 porciones frío acumuladas desde el 1 de abril; esto es, para la zona de Rosario (Región de O’Higgins), entre finales de junio y la tercera semana de julio, dependiendo de la acumulación de frío durante el invierno.
En uva de mesa se recomienda efectuar la aplicación 35 a 60 días antes de brotación, dependiendo de la variedad. Por otro lado, se lograría un máximo efecto en el adelanto de la brotación, una vez que la planta haya acumulado un enfriamiento entre un 50 y 70% del normalmente requerido (Gil, 1997). Además, es importante que la aplicación de cianamida se realice en conjunto con aceite mineral al usado en distintas concentraciones con el fin de romper la tensión superficial de la gota garantizando una mayor área específica de mojamiento.
Uso de bioestimulantes
En adición a lo anterior, en la actualidad, se ha comprobado que aplicaciones de bioestimulantes potencian el efecto de la cianamida cuando son aplicados en días posteriores a la aplicación de cianamida. En el mercado existen nuevos productos con el slogande “promotores de la brotación” que promueven o acentúan los efectos positivos y específicos sobre la fenología de las plantas y sobre su respuesta productiva.
El Centro de Evaluación Rosario (CER) ha realizado diversos estudios con estos productos y, con alguno de ellos, durante varias temporadas demostrando que aplicarlo siete días después que la cianamida, permite homogenizar la floración aumentando el porcentaje de cuaja en cerezo. También se ha observado que la aplicación por sí sola de estos promotores ha incrementado la cantidad de fruta en el primer floreo, específicamente en la variedad Kordia y Sweetheart, si son aplicados catorce días después de la fecha de aplicación de cianamida.
Por otra parte, se ha reportado que en nogal, la aplicación de estos promotores ha aumentado el rendimiento por planta. Se recomienda que su aplicación vaya acompañada de nitrato de calcio o nitrato de potasio para potenciar el efecto, ya que estos últimos ejercen un efecto escarificador de las brácteas permitiendo una eficiente asimilación del promotor.
Es importante tener en consideración que en zonas donde las primaveras presentan alta incidencia de heladas tempranas, la aplicación de quebradores de dormancia puede resultar contraproducente puesto que aumenta la susceptibilidad de daño a las yemas. En este caso, lo esencial es favorecer una brotación homogénea con tal de obtener una floración concentrada y una sincronización de las distintas variedades presentes en el huerto. Para lograr esto, la aplicación por sí sola de los promotores de brotación puede ser una excelente alternativa.
Escrito por: Jaime Otarola Aliaga, Ingeniero Agrónomo, Universidad de Chile e Investigador de CER
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