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Julio Rodiño Durán

Director Editorial

Edición

Desconexión total

Millones de personas en el mundo ya están sufriendo las consecuencias del cambio climático y los efectos de la contaminación general del medioambiente. Sin embargo, la cumbre climática y medioambiental sobre la que había mayores expectativas en la historia, terminó siendo la más larga y decepcionante. Ello, a partir de los resultados acordados y del nivel de compromiso de algunos países que ostentan un alto nivel de emisiones.

Las COP (Conferencia de las Partes) pretenden ser negociaciones reales para reducir perentoriamente las emisiones globales de carbono y otros gases contaminantes, a través de acuerdos globales de reducción y por medio de la venta de asignación de cuotas de contaminación para que estas emisiones sean controladas estrictamente por los diferentes países y bloques. El hecho de que Estados Unidos haya retirado todo su apoyo y compromiso con las medidas acordadas en el Acuerdo de París ha influido demasiado para que en esta cumbre varios otros países como China, India, Brasil y Arabia Saudita se sientan con el derecho de bloquear importantes acuerdos a los que se había llegado en borrador. Esta situación se ha agravado, influida por un liderazgo chileno de parte de Carolina Schmidt, ministra de Medio Ambiente y presidenta de la COP 25, que muchos no vacilaron en calificar como irresponsablemente débil al momento de rechazar los bloqueos de acuerdos, sacudiendo las expectativas del mundo científico y los activistas de la sociedad civil. La voluntad de acuerdo de la mayor parte de los grandes emisores estuvo ausente y esto refleja una desconexión total al momento de valorar la urgencia en tomar medidas de mitigación que puedan cambiar el rumbo de las cosas. Es como si existiera una total inconciencia sobre la situación de emergencia que requiere de acciones y objetivos climáticos mucho más ambiciosos. Por otra parte, existen países considerados grandes emisores que se comprometieron a reducir sus emisiones a través de uno de los tres mecanismos propuestos en el Protocolo de Kioto: los llamados bonos de carbono. Sin embargo, al día de hoy, y por toda la situación de relativismo que imperó en esta COP25, ya no están dispuestos a pagar lo que corresponde por estos bonos ante un inminente mayor nivel de emisión que el comprometido. De esta manera, el acuerdo sobre la transacción de bonos de carbono también fracasó, siendo sus mayores detractores India, Brasil y Estados Unidos.

En definitiva, esta COP expuso muchos problemas todavía no resueltos. El primero y más importante quizás es el papel de los contaminadores en la política y su abierta influencia negativa hacia los objetivos propuestos y comprometidos previamente. Se necesita una dirección muy dura y firme. Es increíble el nivel de retroceso en este sentido; debemos actuar rápido para que estos actores cedan y tomen conciencia del peligro de su postura y actitud hacia la problemática medioambiental. En el corto plazo, las esperanzas están puestas en la próxima elección presidencial de Estados Unidos, para que la nueva administración adhiera nuevamente al Acuerdo de París y el protocolo de Kioto con la expectativa y anhelo de establecer un renovado compromiso y objetivos para la reducción de emisiones, y que esta situación pueda influir en los demás grandes emisores, que hoy en día se sienten de alguna manera avalados por Estados Unidos.

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