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Julio Rodiño Durán

Director Editorial

Edición 141

Que la comida sea tu medicina, y la medicina, tu comida

Una notable pieza de ficción es la que describe la revista The Economist en uno de sus célebres artículos titulado “What if everyone’s nutrition was personalised?”. Forma parte de la serie de notas “Qué pasaría sí…?”, que juega con supuestos escenarios y sus consecuencias en el futuro. En este caso, el relato describe las consecuencias que tendría en la población mundial, dicho en términos simples, la aplicación masiva de la denominada “nutrición personalizada”, para hacerla disponible a través de la seguridad social. El mérito del relato es su capacidad para jugar con variables “verdaderas” y proyectar sus consecuencias de manera bastante certera, pese a que es tratada casi como una fábula.

Las premisas indiscutibles y reales en que se basa este relato son de una claridad concluyente y precisa sobre la realidad actual. La nutrición en el ser humano atraviesa por una seria crisis por su incapacidad de contener la obesidad, que según todos los expertos en nutrición es la peor enfermedad del ser humano existente hoy como individuo y como cuerpo social. Ésta constituye una enfermedad por representar el principal factor de riesgo de otras enfermedades graves como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, artrosis y cáncer, pero además porque pone en riesgo de colapso a todos los sistemas mundiales de salud al causarles costos directos e indirectos incalculables.

El relato plantea algo que uno podría predecir hoy con bastante certeza: el rotundo fracaso de casi todas las políticas de salud públicas basadas en dietas, recetas y medidas nutricionales generales como las etiquetas de peligro o advertencia nutricional de los alimentos o en simples recomendaciones para que las empresas de alimentos produzcan alimentos más sanos.

La premisa principal está dada entonces en que para aplicar políticas de salud pública tendremos que olvidarnos de recetas generales sobre nutrición e implementar la nutrición personalizada a través de algoritmos únicos para cada individuo. La teoría se basa en lo distinto con que cada ser humano procesa los alimentos y, por lo tanto, en las consecuencias para su metabolismo, por lo que cada individuo no debe ser encasillado en una categoría o entregarle recetas generales. Además, incorpora en la ecuación el momento en que se ingiere el alimento, tanto así que, la misma comida ingerida por la misma persona en un momento diferente del día podría metabolizarse de una manera distinta, dependiendo otros patrones de alimentación, sueño y ejercicio. Más allá todavía, se recalca que comidas que eran totalmente saludables para una persona podrían ser el camino rápido hacia la diabetes, la obesidad o las enfermedades cardíacas de otra persona.

Aparentemente el problema está mayormente radicado en la ingesta de grasas, azúcares, carbohidratos y sal. Sin embargo, si tuviéramos que buscar un factor común benéfico para el ser humano, estas serían sin duda alguna, las frutas y verduras, que según todos los expertos, poseen propiedades extraordinarias para la salud.

Aun cuando la agricultura carga con el peso de las exigencias de los consumidores, el horizonte para las frutas se ve cada vez más atractivo. En ese sentido, el futuro de Chile va mucho más allá que lo que pueda representar una temporada más o menos exitosa. Al menos si entendemos que estamos en una carrera de largo aliento: la de la humanidad y su concepción de la salud.

Director Editorial

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