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Si bien la mayoría de los casos de cetosis ocurren en vacas lecheras frescas, las prácticas de alimentación y salud de la vaca durante el preparto pueden predisponerlas a sufrir cetosis después del parto. La mayoría de los casos de cetosis primaria ocurre dentro de las primeras dos semanas después del parto, e incluso la […]
Si bien la mayoría de los casos de cetosis ocurren en vacas lecheras frescas, las prácticas de alimentación y salud de la vaca durante el preparto pueden predisponerlas a sufrir cetosis después del parto. La mayoría de los casos de cetosis primaria ocurre dentro de las primeras dos semanas después del parto, e incluso la mayoría de las cetosis secundarias (ocurriendo luego del inicio de otra enfermedad) se generan dentro de los primeros treinta a sesenta días de lactancia.
En general, menos del 5% de las vacas en un rebaño deberían sufrir cetosis clínica. Sin embargo, algunos reportes han indicado que la incidencia de cetosis subclínica puede afectar a un 40% de las vacas, con una tasa de incidencia que varía extensamente entre predios, y puede ser tan alta como 80% en predios individuales.
El foco principal para reducir el riesgo de cetosis después del parto se basa en mantener el consumo de alimento en gestación tardía y evitar la engorda excesiva de las vacas durante los períodos de lactancia tardía y seca.
Las vacas deben ser secadas y hacerlas entrar en transición (vaca fresca) con una condición corporal (CC) de 3.5. Vacas con una CC igual o mayor que 4.0 probablemente tengan menor consumo preparto y presenten un riesgo mayor de contraer hígado graso y cetosis durante y luego del parto.
Trabajos recientes en la Universidad de Minnesota indican que vacas con una condición corporal mayor que 3.5 y produciendo por encima de 7,2 kilos de calostro presentan un mayor riesgo de cetosis. Programas de alimentación para vacas durante el período seco preparto y postparto temprano deben ser diseñados de manera tal de mantener el consumo durante la gestación tardía, es decir, mini mizando la caída en el consumo durante la última semana de la gestación para reducir el riesgo de cetosis después del parto.
Estas dietas preparto deben contener forrajes con alto contenido en fibra y proporcionar adecuadas pero no excesivas cantidades de energía. Una caída del 20% o más en el consumo previo al parto puede resultar en elevados ácidos grasos no esterificados (AGNE) en sangre. Esta situación que precede al parto aumenta mucho el riesgo de contraer hígado graso y cetosis.
Identificación de cetosis
La causa fundamental de cetosis es la inadecuada glucosa en sangre relativa a la demanda de glucosa por parte de la glándula mamaria, lo cual es frecuentemente visto en vacas frescas con creciente rendimiento en producción de leche y bajo consumo.
Debido al inadecuado suministro de energía, el cuerpo moviliza grasas a fin de proporcionar la energía necesaria, conllevando consecuentemente a un aumento en la concentración de ácidos grasos no esterificados (AGNE) en sangre.
Vacas con altos CC típicamente comen menos y por consiguiente movilizan más grasa corporal. Excesivas tasas y cantidades de grasas movilizadas (p.ej. perdiendo más de un punto de CC luego del parto) pueden resultar en una cantidad excesiva de grasa en el hígado y la formación de cetonas. Las dos principales cetonas que aumentan en la sangre debido a una escasez de glucosa son β-hidroxibutirato (BHBA) y acetoacetato, siendo las BHBA el foco principal en la sangre para evaluar el estado cetónico. Las concentraciones en plasma o suero de BHBA en el rango de 10 a 14 mg/dl en sangre se consideran como cetosis subclínica y > 14 mg/dl como cetosis clínica, típicamente medidas a los 7 a 14 días en producción de leche.
La recolección y envío de sangre a un laboratorio para análisis de BHBA es más bien costoso, y el retraso en conocer los resultados limita el tiempo de respuesta. A fin de diagnosticar efectivamente cetosis para un tratamiento rápido, son necesarios métodos de análisis en terreno. Algunos veterinarios y productores efectivamente utilizan instrumentos diseñados para medir BHBA en pacientes diabéticos, que están disponibles en la mayoría de las farmacias.
El análisis de cetonas en la orina en el predio ha sido el método más común de diagnóstico de cetosis clínica. Sin embargo, a menudo es difícil de conseguir que una vaca fresca orine para utilizar este método, los que no pueden determinar la incidencia de cetosis subclínica, que es en general un problema mucho más común que el de la cetosis clínica. La validez del análisis de cetonas en leche ha sido reconocido durante muchos años y practicado extensamente en Europa.
Está disponible en Estados Unidos un kit de prueba de cetonas en leche para ser utilizado en terreno. El mejor momento para recolectar la muestra de leche (despunte de leche) es durante un ordeño habitual en la sala de ordeñe.
Adicionalmente, el costo de la prueba de leche es considerablemente mayor que para cetonas en orina.
La concentración de grasa en leche o la proporción de grasa/proteína en leche puede ser utilizada para identificar vacas o rebaños en riesgo o aquellas que sufren problemas con cetosis (Tabla 1). En años recientes han sido desarrollados instrumentos más sencillos y menos costosos que son adecuados para mediciones en la granja de composición de la leche en vacas individuales. Adicionalmente muestreos por línea-intercepto y metodologías analíticas que proporcionan datos de composición de la leche para cada vaca en cada ordeño, se están proporcionando por algunas de las empresas de equipos de ordeño. Están todavía en proceso de evaluación las calibraciones para estos métodos y la utilidad para valores de los componentes reales versus identificación de desviaciones de la “norma”.
Consecuencias de la Cetosis
Reducción en la producción de leche. El mayor impacto con vacas que sufren cetosis subclínica o clínica es la reducción en la producción de leche, posiblemente de 1 a 2,7 kgs/día.
Sin embargo, el grado de disminución en la producción de leche se verá afectado según el animal tenga cetosis subclínica o clínica, duración de la cetosis, momento de incidencia de la cetosis (p.ej., la proximidad al peak en producción de leche tiene mayor impacto), y presencia de otras enfermedades. Se ha observado que a veces el total de la producción de leche de lactancia es de 227 a 360 kgs menos para vacas que sufren cetosis.
Aumento del riesgo de adquirir otros trastornos de la salud. Un costo adicional importante asociado con la alta incidencia de fiebre de la leche subclínica y clínica es el aumento del riesgo de adquirir muchos otros trastornos en la salud, tal como desplazamiento de abomaso, mastitis, metritis, y reducción de la eficiencia reproductiva.
Aumento de la probabilidad de ser eliminada del rebaño.
Tratamiento y prevención de cetosis
El tratamiento típico para la cetosis consiste en una administración intravenosa, a menudo en conjunción con una administración oral de propilenglicol. A veces puede usarse una inyección de un glucocorticoide. La administración oral de propilenglicol es útil en mantener el suministro de glucosa por 3 o 4 días hasta que el consumo de alimento se haya recuperado.
Encargados de rebaños con alto riesgo de sufrir cetosis tienen estas opciones:
Los costos asociados a la cetosis, incluyendo la pérdida en producción de leche, costos de tratamiento y ocurrencia de otras enfermedades secundarias, pueden conducir a reducciones sustanciales de rentabilidad para el ganado vacuno lechero.
Prácticas de la alimentación y manejo de la vaca deben ser enfocados principalmente en la prevención de cetosis, pero la identificación oportuna de cetosis en vacas individuales es crítica para intervenciones rápidas.
También, el uso de propilenglicol o algunos aditivos en la alimentación pueden ser útiles en la prevención de cetosis en algunos rebaños con alto riesgo. La mejor estrategia para la prevención de cetosis se basa en no sobre acondicionar a las vacas con anterioridad al parto, desarrollar dietas para minimizar la caída en el consumo antes del parto y optimizar la condición ruminal después del parto.
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Robert Edition
6 minutes ago