Adaptarse a la nueva etapa de la globalización
Columna de opinión de Felipe Ruiz Saldivia, Economista Senior de Bci Estudios.
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La historia de Cristian Pichuante Donoso (46), fundador de VitroMaule y actual presidente de la Asociación de Viveros de Chile, AGV, podría contarse sola. Una historia llena de desafíos, años de duro trabajo en un emprendimiento donde el desarrollo de plantas in vitro hasta hace poco era desconocido y arriesgado. Era una apuesta que la […]
La historia de Cristian Pichuante Donoso (46), fundador de VitroMaule y actual presidente de la Asociación de Viveros de Chile, AGV, podría contarse sola. Una historia llena de desafíos, años de duro trabajo en un emprendimiento donde el desarrollo de plantas in vitro hasta hace poco era desconocido y arriesgado. Era una apuesta que la falta de conocimientos hacía que fuera todavía más atrevida. Todos sus cercanos le decían que era una locura montar un laboratorio para plantas, que tenía que dedicarse a la agricultura tradicional. Pero él siempre supo que le iría bien.
Hombre siempre ligado al campo, comenzó como un pequeño productor de cerezas tradicionales junto a su padre. Siendo el segundo de cinco hermanos, desde pequeño ayudaba en el campo familiar. Cristian Pichuante Donoso siempre entendió que la actividad agrícola requiere de constante aprendizaje. A pesar de que el negocio familiar era uno de los primeros huertos en la producción de cerezos de la zona de Romeral – provincia de Curicó-, el fundador de VitroMaule recuerda que sus inicios fueron como obrero agrícola, aprendiendo y estudiando.
Su inquietud por emprender partió por la necesidad de tener trabajo u otra actividad en los meses de invierno, una vez terminadas las cosechas en los meses de marzoabril. No había mucho que hacer en el campo en esos meses fríos. En esos años, sentía que tampoco había muchas oportunidades, así que tenía claro que había que buscarlas.
Por eso, en el año 1999 inició su propio camino como viverista. “Partí mirando las necesidades en el sector de las frambuesas. En esos años, las plantaciones se hacían de hijuelos provenientes de los mismos huertos productivos. Esto no era una buena alternativa ya que muchas veces se transmitían enfermedades a los huertos nuevos”, detalla.
Así comenzó propagando plantas de frambuesas de brote etiolado, que se traducía en entregar plantas homogéneas y de una calidad fitosanitaria apta para la formación de nuevos huertos, lo que mejoraba su potencial productivo. Por ese entonces había muy pocos viveros de estas especies, por lo cual su labor era muy valorada.
Pichuante Donoso cuenta que al principio todo era difícil. “No tenía capital, ni menos apoyo bancario. Como no tenía nada, quién me iba a pasar un peso”. Trabajaba solo, siempre con el sueño de ser independiente. Tenía pocas redes de contacto, “muchas veces ni siquiera vendía para solventar los costos mínimos. No vendía ni la mitad de lo que producía, todo fue muy lento”, recuerda.
De a poco y después de varios años, se fue dando a conocer por la calidad de las plantas a nivel nacional con los productores de berries y también con exportadoras que compraban mayores cantidades para sus proyectos o sus socios.
Más adelante incorporó otros productos como las moras cultivadas. “Fue un éxito, llegamos a ser el vivero más grande en Chile en propagar esta especie”. Fueron años de arduo trabajo de lunes a lunes. También hubo algunos fracasos catastróficos, pero nada impidió que la temporada siguiente Pichuante Donoso siguiera intentando y siempre creyendo en sus sueños. Aprendiendo y sacando lecciones de estos errores. “Hoy veo en retrospectiva todo el proceso que me tocó vivir para sacar adelante este proyecto y me sorprende la resiliencia y la capacidad de tolerar la frustración para lograrlo”, recuerda.
Consciente de sus debilidades, siempre tuvo claro y entendió que debía ampliar sus conocimientos y redes de contacto para poder superarse. “Así, durante varios años asistí a seminarios y ferias relacionadas con la fruticultura y viveros. Incluso varios en el extranjero. Visité también otros viveros, donde aprendí distintas metodologías de propagación, que luego aplicaba a mis procesos productivos”.
Después de muchos años de dedicar los inviernos a la producción convencional de plantas de berries y aprovechar su boom por varios años a muy buenos precios, previendo los ciclos históricos de precios de la fruta, en 2014 Pichuante Donoso estimó que los precios tenderían a la baja y, en consecuencia, a la caída en la demanda de estas plantas.
Así nació la inquietud de dar un salto cuántico hacia la técnica de propagación in vitro para mejorar aún más la calidad de sus plantas y construir su propio laboratorio para la producción de porta injertos de cerezos. Y lo hizo en una época en que este tipo de actividad no era tan conocida en el sector y que, por cierto, era además un tremendo riesgo invertir en un “laboratorio clínico de plantas”, como él lo llama.
“No hacía falta un estudio de mercado para percibir la alta demanda de plantas con esta tecnología. Los productores o viveristas debían encargarlas con uno o dos años de anticipación y los laboratorios no siempre respondían con las fechas acordadas. Yo sabía que podía explotar esa debilidad”.
Así partió un largo peregrinar en busca de asesores que lo ayudaran a montar su laboratorio. “Yo no tenía idea cómo funcionaba un laboratorio. Busqué ayuda en universidades y en privados sin resultados. No había especialistas en propagación comercial y los que existían estaban en empresas privadas que obviamente me iban a rechazar”, cuenta. “De todas maneras diseñé y empecé a construir el laboratorio. Todo el mundo me decía que era imposible, que necesitaba genetistas, profesionales expertos y que yo no era un profesional con estudios formales. Que además era demasiado caro de implementar. ¿Cómo me iba a meter en esto?”.
El punto de inflexión para convencerse de que podía desafiar la negatividad que lo rodeaba fue una conversación con su propia hija camino al colegio, cuando al escucharlo comentar por enésima vez que alguien lo había desanimado de su proyecto, lo interrumpió: “¿Por qué insistes, papá, si tú no eres profesional?”. Cristian respondió: “Yo tengo un secreto… y es aplicar la filosofía de John F. Kennedy: Inteligencia es contar con personas más inteligentes que tú”.
Esto le dio la fuerza para apostar de lleno por el proyecto. “Un día finalmente apareció un asesor con experiencia comercial y partimos por fin construyendo el laboratorio”. Al principio, su anhelada clínica para producir plantas tenía 200 metros cuadrados con salas de propagación, repisas y algunos equipos básicos. Luego fue reinvirtiendo sus ganancias en nuevos equipamientos. “Muchas veces usaba las tarjetas de crédito y cheques, apostando hasta lo que no tenía. Hoy, en VitroMaule contamos con 700 metros cuadrados construidos de laboratorio y 25.000 mts. de invernaderos, con una capacidad de producción de cinco millones de plantas y más de dos millones de dólares invertidos en infraestructura y equipos”, comenta con orgullo.
La calidad humana ha sido muy relevante en la consolidación de este emprendimiento. “Es muy importante apostar por la juventud, por eso contamos con jóvenes profesionales, algunos recién egresados, que trabajan con un gran compromiso y entusiasmo”. Hoy su equipo profesional está conformado por tres ingenieros agrónomos, dos ingenieras en biotecnología, un ingeniero comercial y varios técnicos en un rango de edad de 24 a 33 años. “Me enorgullece trabajar con ellos y darles la oportunidad de desarrollar su tremendo potencial, tanto en lo profesional, como en lo personal. Esta es una oportunidad que yo no tuve, y que me forzó a autoformarme para profesionalizar mi actividad”, agrega.
Reconoce y agradece también el gran apoyo de su esposa, quien creyó incondicionalmente en sus proyectos. “Ella estuvo siempre a mi lado alentándome a seguir adelante, pese a todas las dificultades que vivimos hasta hacer realidad nuestros sueños”, enfatiza.
Con el complejo escenario que se presentó la temporada pasada en China para las cerezas, entendieron que no podían depender de la venta de una sola especie y tomaron la decisión de incorporar nuevos cultivos a su producción. Así, junto a su equipo de I+D, la empresa sumó la propagación de avellano europeo y kiwis, entre otras especies. “Salir al mercado extranjero también es uno de los desafíos que queremos explorar en el futuro”, señala Cristian Pichuante Donoso.
Hoy cuentan con clientes de todos los tamaños y también son proveedores de plantines de los viveros más grandes de Chile. El crecimiento exponencial de VitroMaule ha generado más de cien empleos, que corresponden en su mayoría a mujeres de distintas edades, quienes antes tenían trabajo solo durante los meses de verano y hoy cuentan con estabilidad laboral todo el año. “Nos produce una gran satisfacción poder contribuir a mejorar la calidad de vida de ellas y de sus familias”, agrega Pichuante Donoso.
Su innovación se centra en el uso de biotecnología para desarrollar y aplicar técnicas de propagación in vitro con el fin de multiplicar plantas de cerezos a gran escala, contribuyendo al desarrollo y competitividad de la fruticultura nacional. Desde 2016 han comercializado más de seis millones de plantas, que se traducen en cerca de cinco mil hectáreas plantadas.
En 2018 la empresa comercializó $600 millones en plantas, mientras que en 2019 llegó a más de mil millones, convirtiéndose en uno de los principales laboratorios in vitro del país. Recientemente, Cristian Pichuante Donoso fue reconocido por la municipalidad de Romeral por su perseverancia e innovación en la producción de viveros.
“En 2014 conocí a la AGV y viendo una oportunidad en la primera feria que realizaron (Agro Planttrade), fui uno de los primeros en llegar. Por fin había una actividad exclusiva para nosotros, donde se mostraba nuestro trabajo y podías interactuar con otros viveros, proveedores, especialistas, asesores y agricultores. Por supuesto, yo quería ser parte de este selecto grupo. Así, al año siguiente me incorporé formalmente. Los socios y gerencia me recibieron muy bien y de inmediato me hicieron sentir uno más, de lo cual estoy muy agradecido”.
Pichuante Donoso confía en que fue una decisión muy acertada y que el crecimiento exponencial de VitroMaule fue gracias a esta decisión. “Hoy día tengo grandes amigos en AGV y alianzas estratégicas con varios de sus socios, las cuales sin duda han aportado al crecimiento de nuestro laboratorio”, agrega.
En 2019 fue elegido como presidente de Viveros de Chile AGV y recientemente fue confirmado para liderar la gremial hasta 2023. Orgulloso de seguir a la cabeza de este importante gremio y de la confianza que la asamblea de socios ha depositado en su directorio para la extensión de su gestión, comenta que “fue muy emocionante este nombramiento, de sentimientos encontrados, felicidad y nostalgia. Me hizo recordar cómo había empezado, literalmente de cero, y el largo y difícil camino que había recorrido durante todos estos años, hasta estar hoy liderando este gremio tan importante para el agro de nuestro país”.
A pesar de los tiempos difíciles que corren, el dirigente confía plenamente en las capacidades de su equipo de trabajo, conformado por el directorio y gerencia y apoyado activamente por sus socios. “Sé que lograremos salir adelante fortalecidos, trabajando juntos con el entusiasmo que ha caracterizado al gremio, ya por más de 20 años”, concluyó.
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Mientras el sector frutihortícola chileno vive en estos días un presente complejo, con la sequía como principal inquietud, para los viveros el panorama es francamente positivo, con un aumento sostenido de plantas comercializadas. Y de algún modo ese dato habla de que los agricultores son capaces de ver el largo plazo y atreverse a la renovación de sus huertos e invertir en genética.
En ese contexto, el vivero Vitromaule pasa por un momento muy especial. Por un lado, su director ejecutivo, Cristian Pichuante, ha sido elegido presidente de la Asociación Viveros de Chile (AGV), en reemplazo de Jorge Nanjarí, y por otro, desde la empresa advierten que cuentan con productos dentro de los rubros más demandados del momento, como la cereza, lo que supone un enorme desafío.
En el año 2000 Vitromaule nace como empresa de viveros, dedicada a la producción de plantas de frambuesas y moras cultivadas en sus diferentes variedades, especies en las que llegó a ser líder a nivel nacional en la propagación, para cumplir con la demanda de un mercado compuesto por cientos de agricultores y una enorme cantidad de hectáreas a lo largo de todo Chile.
Con el tiempo la empresa se ha dedicado a la investigación y desarrollo de la micro-propagación bajo la técnica biotecnológica conocida como in-vitro, mediante la cual desarrollando variados portainjertos de cerezos, plantas de arándanos y otros frutales mayores, en formatos de plantas pequeñas dirigidas a viveristas, los cuales tienen la misión de engordar el portainjerto y venderlo con un diámetro listo para injertar o, en su defecto, engordarlo e injertarlo para venderlo como planta terminada. “Además del formato tradicional, hemos desarrollado plantas en un formato diferente, orientado a productores de fruta finales. Es un portainjerto que permite llegar e injertar; es decir, vienen en un contenedor de 2,5 litros, y tienen al momento de la entrega, un diámetro suficiente para la injertación, así los productores plantan e injertan en el campo ya establecido para producir fruta. Esta temporada disponemos de 300.000 plantas en éste formato”, dice Pichuante.
En los últimos años, la industria de viveros ha demostrado gran capacidad para incorporar tecnología y un ejemplo de esto es el uso de macetas para los patrones. Según indicaron en la empresa, de esta manera conservan su sistema radicular completo desde el comienzo hasta el lugar de establecimiento final, lo que se traduce en una ventaja tanto fitosanitaria como económica sobre el proyecto, ya que se minimiza el estrés de la planta y se evita la exposición a posibles contaminaciones.
En el método tradicional de planta a raíz desnuda, las plantas pierden un importante porcentaje del sistema radicular, como resultado de la manipulación y traslados al lugar definitivo, traduciéndose en un alto estrés en la planta, y en una predisposición de contraer cáncer bacterial.
Además, Pichuante explicó que con el uso de macetas antienrollamiento obtuvieron significativas ventajas comparativas en el crecimiento radicular que no se obtienen con la bolsa común. “Las macetas plásticas usadas en nuestro vivero poseen estrías internas en la parte inferior, lo que evita el enrollamiento, y futuro estrangulamiento del sistema radicular”.
Otra de las ventajas que presenta este sistema es que se asegura un drenaje rápido y eficaz, evitando posibles anegamientos, y como consecuencia de esto anoxia radicular. Otro de los cambios que han introducido en Vitromaule a partir de investigación y pruebas fue la de usar como sustrato la corteza de pino. De acuerdo a lo observado, este material permite un óptimo anclaje del sistema radicular, por factores como la alta porosidad, un pH entre 5,5 – 6,5 y un contenido de materia orgánica superior al 80%, por lo tanto la sola combinación de estos factores generan respuestas vegetativas deseables expresadas en el desarrollo total
del vigor potencial del patrón.
Un punto clave en este aspecto es el establecimiento. Pichuante indica que el sustrato usado se obtiene mediante un riguroso proceso de volteo programado y de riegos controlados, donde la conjugación de estas dos acciones produce etapas de termogenia, lo cual provoca la eliminación de organismos indeseados.
Luego, los patrones crecen y se desarrollan bajos estrictos programas fitosanitarios y de fertilización controlada. Continuamente se maneja el exceso de radiación y temperatura a través de mallas de sombreamiento, lo que se traduce en plantas libres de estrés; de esta forma se previene la predisposición de la planta a adquirir cáncer bacterial u otras enfermedades producto del estrés.
Como balance del 2019, Pichuante destaca haber producido, propagado y vendido alrededor de 2.500.000 de portainjertos de cerezos, en sus distintas variedades, principalmente Colt ,G-6, G-5, Maxma-14, Maxma-60, y ácidos entre otras, en los que se pudo cumplir a cabalidad con calidad y fechas de entrega comprometidas, lo que se traduce en un crecimiento de este nicho de mercado y fidelidad de los clientes.
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